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charlar. Se observó que en ocasiones los miembros terminan platicando de un tema diferente al planteado, sin embargo eso nunca fue motivo de discusión o enojo, por el contrario siempre se observó total respeto y atención al relato. Se debe decir que el ambiente de los grupos que fueron visitados es limpio, ventilado y cálido, no se perciben gritos de conflictos o exasperaciones, al contrario existen risas por todos lados, pláticas amenas y alguna que otra lágrima. Las palabras de frustración o enojo siempre nacen de los relatos que en la tribuna tienen lugar. Los recién llegados siempre son bienvenidos con un aplauso y cuando las juntas se terminan se despiden con una oración en la cual todos se toman de las manos, seguida de un abrazo y los deseos de “felices 24” en alusión a que solo por hoy se tiene la seguridad de ser abstemio. No cabe duda, los alcohólicos anónimos viven en el presente. Antes de cada intervención los miembros dicen “soy (su nombre) y soy alcohólico o alcohólica” a lo que el público compañero responde “¡ánimo!”. Cuando una anécdota proveniente de quien hace uso de la tribuna conecta con los miembros que escuchan, desde el público se escucha el grito ¡puente! Esto significa que se sienten identificados con las sensaciones o emociones, dificultades o felicidad del que platica, se refiere al “puente” de entendimiento que existe entre personas que comparten la experiencia de la similitud. Los grupos son diferentes en cuanto al sexo de afiliación; mientras que en el de la colonia Modelo predominan las mujeres, en el grupo de la colonia Villa Bonita solo hay dos, una de ellas colaboró en esta investigación y otra mujer representan al género femenino. Los grupos de las colonias San Luis y Sahuaro son más equilibrado respecto de esta observación. 164
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