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“[…] estuve juntada con un hombre que era como 22 años mayor que yo. Yo tenía 18 años y él tenía 38 o 40 años, yo siento que a partir de esa relación también, como él era trailero y se iba, había veces que no lo veía en una semana y según para tenerme “contenta” me empezaba comprar cartones de cerveza […]” (Leti, 39 años) “[…] volví a casarme, pero esta vez iba a ser el bueno porque era un hombre muy inteligente, muy blablablá tatatá; ¡no Carolina! Duré 8 años en esa relación, ahí si los dos bebíamos, y ahí si el infierno fue compartido terriblemente. E: ¿Él también era alcohólico? I: Él sí. Alcoholicazo; ninguno de los dos éramos confesos”. (Lizet, 56 años) Una vez que hemos visto estas percepciones sobre el consumo de alcohol, es posible corroborar la ambigüedad que lo envuelve. El uso de alcohol también guarda una connotación de amortiguador que las salvó de volverse adictas a otras sustancias o inclusive 69 de “darse piola” como asegura Gaviota, quien comentó haberse sentido arrastrada por arranques de ira, frustración o abstinencia mucho antes de consumir alcohol. Esta percepción es compartida por todas las mujeres, quienes consideran que su problema con el alcohol se encuentra definido desde antes de iniciar a consumir, es decir que reflexionan acerca de que su dependencia tiene más que ver con su personalidad que con las condiciones en las que se desenvuelven socialmente. Esta concepción se encuentra en consonancia al discurso que plantea Alcohólicos Anónimos, en la cual se afirma que “para 69 Expresión utilizada para suicidio 110
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