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Violeta a sus 75 años A sus 75 años llenos de una energía envidiable, esta magdalenense se ha convertido en toda una institución dentro de los grupos de AA puesto que es un miembro muy activo dentro de ellos. Violeta se ha mantenido por 30 años dentro de Alcohólicos Anónimos y asegura haber sido de las primeras mujeres en la ciudad en acudir por ayuda para ella misma. Se casó siendo una adolescente con otro adolescente, quien a su corta edad ya era un gran bebedor y con quien tuvo 8 hijos. Al paso del tiempo ella identifica que contrajo matrimonio como excusa para salir de la casa de su padre quien era alcohólico. Sus inicios como bebedora comenzaron al momento de verse “desocupada” de la última hija, advierte que entonces sintió que “había cumplido con algo”; con la responsabilidad de ser madre que había obtenido siendo muy joven y que ahora venía el tiempo de disfrutar. Al regresar la memoria a su infancia, comenta haber tenido la sensación de "no existir" además de describirse como una chica sumamente insegura e incapaz de socializar, todo gracias a los problemas familiares generados por el alcoholismo de su padre, que además ocasionó que su madre se volcara a la amargura y que Violeta y sus hermanos padecieran los estragos, puesto que asegura que nunca vieron ni afecto ni amor en su hogar y considera que eso los contagió demasiado. Ella encontró refugió en el alcohol que la sacaba de la personalidad de asilamiento, le daba valor para hacer y ser, e incluso le sirvió para paliar la situación con su esposo con el cual desde principios de la convivencia se encontró en conflicto existencial. Reconoce con tristeza la afectación que su alcoholismo tatuó en sus hijos, el sufrimiento al cual fueron sometidos siendo apenas unos niños y que repercutió en su desarrollo emocional; algunos de ellos son adictos al alcohol y a otras drogas también. En el grupo de 83