Page 85 - ::El Colegio de Sonora :: Repositorio Documental ::

envolvente, tan agradable” expresa Lizet. No obstante, al cabo del tiempo el alcohol también le abriría “las puertas del infierno”; a pesar de que su inicio de consumo fue recreativo, más tarde descubriría lo que ella llama como "un atropello de vida" donde quedarían inertes muchas de sus ilusiones. Ella advierte que a la par del sentimiento de bienestar, el alcohol también la hizo hacer muchas estupideces y una de ellas fue casarse a los 18 años para huir de su hogar, sobre todo porque ya no quería vivir con su papá quien también fue alcohólico. Después de dos años de matrimonio se divorcia y vuelve a casarse con el hombre que pensó era el indicado, sin embargo no fue así, Lizet comparte que el infierno duró 8 años y que fue terrible, puesto que esta vez los dos eran alcohólicos. Su “actividad” duró 20 años y desde hace 14 no ha probado una gota de alcohol, los mismos que tiene de pertenecer a la asociación AA a la que llegó solo por probar. Aunque acepta que durante el tiempo de alcoholismo nunca dejó de ser funcional, evoca conmovida que siendo alcohólica “pasó por su propia vida como elefante de cristalería” puesto que sus sueños, ambiciones e ilusiones se estrellaron en el suelo gracias al alcohol. Dice que en su “despertar” durante los primeros años en Alcohólicos Anónimos llegó a la triste conclusión de que su vida era un fraude, de que ni su madre la llegó a conocer bien y de que justificaba su propia existencia haciéndose cargo de la vida de los otros antes que de la propia. Por otro lado, un golpe fuerte fue el darse cuenta que, a pesar de la buena relación con su mamá y de que fueron compañeras toda la vida ella nunca le dijo lo que verdaderamente sentía, sentimientos como “tengo miedo” “soy muy insegura” “no sé para qué sirve la vida” “no sé ni pa´ dónde va” “que aburrido es amanecer y anochecer y que pasen los días” “cuál será el sentido” fueron algunos de los que reprimió en el silencio. Actualmente Lizet reflexiona 85