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El contexto social, urbano, demográfico, histórico, económico y cultural que se ha generado durante el tiempo de la vida de Nogales como ciudad fronteriza, permite visualizar los habitats específicos creados en esta ciudad sonorense durante los últimos años, y poder analizar las transformaciones que se presentaron en su organización territorial, siendo un ejemplo, las urbanizaciones cerradas. En los últimos veinte años, la transformación en la organización espacial de las ciudades tienen que ver con una forma de ordenar el espacio urbano manifestado en el caso que nos ocupa los fraccionamientos, los cuales constituyen zonas que se ha identificado en el debate académico como cerradas, gated communities, cercadas, y otras. Nogales no ha sido la excepción en estos cambios y la presencia de los fraccionamientos cerrados al interior de su estructura urbana manifiestan su engarce con la dinámica social que en ellas se producen. Por fraccionamientos cerrados se entiende todos aquellos conjuntos construidos para grupos sociales con una posición económica media y alta, que pretenden la seguridad, exclusividad y homogeneidad social que no brinda la ciudad. A este tipo de fraccionamientos cerrados se les identifica por estar protegidos con muros, rejas, cercos y puertas, con tecnología de seguridad para proveer la misma a los residentes e impedir el ingreso de los no residentes. El espacio interior de calles, áreas verdes y servicios de entretenimiento es privado aunque de uso común para los residentes y prohibido para los no residentes. “Estos Nuevos emprendimientos urbanos han sido diseñados con la intención de proveer seguridad a sus residentes y prevenir la entrada de personas desconocidas a los mismos. La privatización del espacio urbano, anteriormente público, es lo que los distingue como nuevo fenómeno residencial urbano” (Roitman 2003, 2) Así, las urbanizaciones cerradas se convierten en espacios donde se objetiva la distinción social, precisan de homogeneidad en los residentes, inducen a la posesión de un mismo capital social, económico y cultural, también, expresan simbólicamente, mediante la exclusión de lo ajeno, lo negativo de la ciudad y la sociedad. Los ejes motrices de la tesis son el habitar, habitus y la formación del espacio social que resultan de la configuración de procesos que establecen los sujetos en su interacción cotidiana, en la apropiación del espacio donde viven, así como en la generación de prácticas individuales y sociales. Estableciendo con esto ciertas normas de conducta, a su vez también otorgando ciertos significados personales y colectivos que se traducen en identidades de clase y percepciones de su habitar cotidiano. El habitar, lo consideramos como “el hecho social, en el cual se encuentran o vinculan, por un lado la habitación (o vivienda) y por otro, las personas que habitan, que desarrollan el proceso de habitar y que no son otros que los miembros de una familia considerados individualmente y, sobre todo como grupo” (Villavicencio 2006, 32) 13