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Primero, el habitar y el espacio social en las urbanizaciones cerradas de Nogales, responden a la dinámica urbana que a través del tiempo se ha asumido en la ciudad, sobre todo en la década de los sesenta. Esto ha venido configurando el espacio físico en forma fragmentaria y se ha generado distintas maneras de ocupar y habitar el mismo. Se han producido a su vez, nuevas configuraciones sociales que establecen los sujetos en su vida diaria, además se vinculan directamente con el espacio físico donde se establecen y se apropian de él para crear un hábitat que se genere en base a las interacciones individuales y colectivas.. Segundo, la creación de nuevos procesos urbanos que se generan al interior de la ciudad, construcciones que se derivan de la interacción cotidiana de los sujetos al relacionarse con sus semejantes y con los que no viven en las urbanizaciones cerradas. Esto se plasma en la forma en que los residentes de las urbanizaciones cerradas que elegimos como caso. Sus experiencias previas de espacios abiertos muestran franca disposición en la participación y recreación de un micro mundo especial en un pedazo de terreno que le ha asignado la urbanización cerrada. Sus prácticas y el proceso de socialización se vinculan a las acciones personales o colectivas que desarrollan los residentes (habitus) y esto nos lleva a vislumbrar la creación de un espacio social defensivo que les permite interactuar cotidianamente. Esto se observa en los discursos de los entrevistados en relación a su participación en la asociación de vecinos, si bien es cierto la gran mayoría de ellos les interesa esta forma de socializar, a otros simplemente le es indiferente. Cada uno de ellos busca su integración al grupo de manera que le resulte conveniente la asociación y pueda contribuir a la integración comunitaria. Se desea, y busca encontrar un espacio propio, que nos los segregue entre sí, pero están concientes que en su entorno esté se produce por el tipo de fraccionamiento en el que habita. La conexión en este punto entre habitar, habitus y espacio social se genera en base al resultado de los residentes en sus decisiones personales de participar e integrarse en la vida comunitaria del fraccionamiento. Cada una de sus experiencias, en la ciudad se busca reproducir en distintas situaciones particulares, ya se comentaba en el capítulo anterior en las entrevistadas que buscan integrar a la sección de la parte superior del fraccionamiento al grupo, esto habla del tejido social que se diseña en los casos seleccionados, sin embargo, se debe reconocer que no ocurre de la misma manera en todos las urbanizaciones de este tipo en la ciudad. Tercero, por medio del análisis de las percepciones de los residentes de los fraccionamientos cerrados pudimos captar el establecimiento de una relación con un medio que al inicio de su habitar les parecía ajeno y se continuaba con un habitar de adaptación e integración, pero que, a la vez, resulta extraño, una defensa ante la problemática que les llega desde el exterior. Esto los convierte en actores que conocen su realidad y prefabrican lo que sus deseos les impusieron vivir en un espacio donde la comodidad, tranquilidad y armonía promocionaron y motivaron sus expectativas: En algunas casos éstos pudieron cumplirse, en otros, las falsas promesas de los promotores los transformaron en ciudadanos comprometidos y participaron en que se cumpliera lo pactado. 190