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bien las corresponsabilidades permiten a las madres jefas de familia y sus hijos obtener atención médica periódica y mejorar sus prácticas de alimentación, tales corresponsabilidades se traslapan con las actividades y jornadas laborales de las mujeres y generan tensiones que diluyen la percepción del impacto positivo que el programa oportunidades pudiera tener al interior de los hogares beneficiados. En este sentido, se observa que las políticas públicas dirigidas directa o indirectamente para las mujeres jefas de hogar actúan como reproductoras de estereotipos de género respecto a las familias, perpetuando desigualdades, donde las mujeres deben realizar grandes esfuerzos por conservar el registro como beneficiarias y son las responsables de que los demás beneficiarios de la familia cumplan también con los requerimientos, como son: mantener ciertos promedios en las calificaciones escolares, no ausentarse de la escuela, asistir a las pláticas de salud, etc. Debido a ello, es importante hacer notar que la ausencia de programas sociales para madres jefas de familia en el estado de Sonora y en el municipio de Hermosillo, repercute negativamente en las mujeres y en las familias que lideran. Primeramente porque la omisión de políticas públicas dirigidas a este grupo de población que representa casi la tercera parte (30.84 por ciento) de los hogares de la capital, y que se desarrollan bajo condiciones de exclusión económica, educativa y laboral, tiene efectos discriminatorios para las mujeres jefas al no contemplar sus necesidades e intereses específicos. En segundo término, el no reconocimiento de las desigualdades que se gestan al interior de los hogares según el sexo del jefe, refuerzan no sólo la división sexual del trabajo, sino el desinterés estatal respecto a las jefaturas femeninas, donde las mujeres en 107
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