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Weber fue uno de los primeros teóricos que planteó interrogantes acerca de “el espíritu 1 del capitalismo” , afirmando que la dificultad de su definición se debe a la complejidad de sus conexiones históricas y estableció que su agrupación conceptual es causada por la significación cultural. De este planteamiento inicial podemos deducir que para Weber el “espíritu del capitalismo” es ante todo una concepción histórica y es en la cultura de las sociedades donde se encuentran sus especificidades. Weber llamaba “espíritu del capitalismo” a la mentalidad del cálculo racional, del “lucro” que vino a suplir la de “satisfacción de las necesidades” que ubica como propia del pre-capitalista, llamándola también tradicional. Afirma que el empresario moderno/industrial, para poder avanzar y no descender, hace suya esta mentalidad, la cual relaciona con características personales, como son: la innovación, firmeza de carácter, una visión clara, capacidad para la acción, una extraordinaria capacidad para el trabajo, además de ciertas cualidades “éticas”. Estas características son distintas a las que se adaptaba el tradicionalismo de épocas pasadas. (Weber 2003) Para el citado autor un rasgo determinante para el desarrollo económico es el rompimiento con lo que llama tradición -aclarando que no es un concepto acabado- del cual nos dice “el mero hecho de trabajar en un medio distinto al acostumbrado es lo que rompe el tradicionalismo y lo que actúa de factor ‘educador’. Apenas precisa indicar hasta qué punto se basa en efectos de tal índole la mayor parte del desarrollo económico norteamericano” (Weber 2003, 87). 1 "Espíritu del capitalismo [moderno] para designar aquella mentalidad que aspira a obtener un lucro ejerciendo sistemáticamente una profesión, una ganancia racionalmente legítima, es por la razón histórica de que dicha mentalidad ha encontrado su realización más adecuada en la [moderna] empresa // capitalista, al mismo tiempo que ésta puede reconocer en aquélla su más adecuado impulso mental”. (Weber 2003, 113) 23
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