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I: “Me lo van a quitar” (al niño) pero aun así, no tuve miedo, lógico que la negación, “no, no soy alcohólica” ¿Toma? Me dijo el licenciado, “pues si tomo, a veces los sábados o los domingos o los fines de semana” le dije, pero yo no me consideraba alcohólica. De hecho yo llego a AA y dije “nomás lo que son estas hojas, firmadas y yo me voy” (Leti, 39 años). “Luego la vecina más mitotera, siempre hay una vecina “trini” en la colonia (risas) le dijo a otras vecinas que le iba a hablar a la casa del Niño Maltratado, en ese tiempo UNACARI, para que le quitaran los niños a la mariguanita de la Reina, ahí fue donde me asusté porque (pausa larga y triste) parece ser que la gran mayoría de nosotras las adictas al alcohol o lo que sea, cuando tocas las fibras de nuestros hijos es donde puede que haya una salvación. A mí lo único que me importaba, no puedo decir que los amaba porque no me amaba ni a mí, cómo podría amar a mis hijos, si embarazada me drogué, no los amaba, si los hubiera amado hubiera dejado de consumir; entonces (…) pero era lo único verdadero en mi vida, ni el papá de mis hijos que me había sido infiel un montón de veces, me había golpeado hasta quedar casi muerta prácticamente, inconsciente, me había metido en el mundo del narcotráfico; definitivamente no era él por quien yo pudiera hacer esto. Mis hijos” (Reina). “Total de que llegó un momento en que ellos (su familia), se empezaron a dar cuenta de que de plano yo no podía, yo les decía que no y que no, que estaban mal, que yo no estaba mal, yo estaba bien. El niño me daba lástima porque él me encontraba cada ratito, me encontraba porque yo tenía guardadas (las pachitas), si estaba en la cocina tenía debajo de la estufa, si estaba en la recámara mía tenía escondidas en los cajones de la ropa, si estaba en la recámara del niño, tenía adentro de las chamarras, si andaba en el cuarto tenía abajo del lavadero, donde quiera tenía pachas guardadas. Había veces que el 122