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educación y trabajo en experiencias y oportunidades sociales y emocionales, así como comprender cambios o trasformaciones propios del entorno (1983, 75). Por otro lado, Pilar Velasco afirma que la magnitud del problema resulta difícil de medir debido a varias distorsiones como el temor de las sanciones y la ambigüedad con que se observa el comportamiento de consumir bebidas alcohólicas. Las tipologías desarrolladas para tratar de “medir” el grado de alcoholismo o los tipos de bebedor que existen, toman como criterios fundamentales elementos de orden médico, orgánico o biológico, dejando de lado una gran variedad de factores sociales, económicos y culturales, lo cual dificulta la conceptualización y clasificación del alcoholismo como problema (1983, 198). Incluso la Organización Panamericana de la Salud (OPS) afirma que la dependencia al consumo de alcohol no se puede explicar como si fuera una línea recta de acontecimientos, sino que más bien existe dentro de un continuo que puede ir de la abstinencia a la dependencia pasando por el consumo de bajo riesgo o por el consumo perjudicial. De la misma manera, considera que el daño causado por el consumo de alcohol va desde no causar ningún daño hasta producir daños graves. Es decir que para la OPS, tanto el consumo de alcohol, los daños relacionados y la dependencia no son entidades estáticas, los individuos se mueven dentro de este continuo una y otra vez e inclusive pueden dejar de ser dependientes al alcohol y volver a serlo nuevamente durante el transcurso de sus vidas (OPS 2008, 12). De la misma manera, el comité sobre el Alcoholismo y la Dependencia de las Drogas de la Asociación Médica Norteamericana, aunque prioritariamente define al alcoholismo (sic) como una enfermedad en la cual se presentan síntomas tales como ansiedad por el alcohol y 34
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