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entender, abarca dos vertientes: 1) la visión social de lo femenino y 2) la visión que estas mujeres tienen de lo que significa ser mujer. Es pertinente resaltar que Carmen Meneses (2006) considera que el interés sobre el consumo de drogas de las mujeres y su rehabilitación, se ha centrado solo en las repercusiones que esto tiene para el sistema familiar y no en ellas como individuos. El tema de los problemas de dependencia a una sustancia en las mujeres, además de ser un problema de salud y tener repercusiones sociales se encuentra inmerso, como ya se dijo, en relaciones de poder, donde el género femenino se encuentra en desventaja. Sánchez (2006), en su investigación sobre procesos terapéuticos de mujeres con problemas de drogodependencia, documentó que existen diferencias de atención entre mujeres y hombres. Por ejemplo, en el Hospital de Higiene Mental Carlos Nava ubicado en la ciudad de Hermosillo, Sonora a las mujeres no se les permite libre tránsito, no se sienten seguras al dar sus testimonios porque el ambiente del hospital no les ayuda a sobrellevar el estrés y la ansiedad de la desintoxicación, además de que son sancionadas cuando existe interacción con los internos varones (2006:112). Esta situación delata una clara ausencia 46 de perspectiva de género en los enfoques de tratamiento a las adicciones (Sen, George, Ostlin: 2005) y podría ser una causa fundamental de que muy pocas mujeres terminen su tratamiento (Sánchez, 2006). 46 Según Sen, George y Ostlin (2005) la perspectiva de género es una herramienta que sirve para tomar en cuenta las diferencias estructurales entre hombres y mujeres, tales como: el acceso a los recursos y al conocimiento, las consecuencias históricas de la división del trabajo, las relaciones de poder, las jerarquías, las normas sancionadas por la sociedad y aplicadas con respecto de la identidad, la personalidad y el comportamiento (2005:2). 68
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