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Pues sí, si me mortifica lo económico, y ahí ando rascándole aquí rascándole allá, pero hago mi lucha, pero vivo tranquila, en armonía, con mis hijos, o sea todo, hay más tranquilidad, se acabaron los gritos, pues no había golpes pero si siento que si había violencia ¿No?, porque malas palabras, gritos, insultos, y ya era por parte de los dos, “Tú eres esto y tú eres el otro, tu familia aquí, tu familia allá” y eso afectaba mucho a mis hijos. En el caso de Alma, se observa que vive situaciones de vulnerabilidad laboral por el registro de sueldo menor al percibido y el no incremento en los 7 años que lleva trabajando; también tiene una sobrecarga de trabajo fuera y dentro de su hogar, las posibilidades de adquirir una vivienda se van reduciendo; sin embargo, a pesar de que Alma vive distintos procesos que la excluyen socialmente y vive situaciones de vulnerabilidad, ella afirma que no ve ninguna desventaja desde que asume la jefatura de su familia. Esto indica que probablemente Alma y sus hijos vivían dinámicas sociales de riesgo y marginación aún mayores que las que viven actualmente. Respecto a la información que Alma tiene respecto a los programas sociales que pudieran apoyarle, ella comenta que una compañera de su trabajo le compartió una convocatoria del programa Seguro de vida para jefas de familia, pero no pudo aplicar debido a que para poder ser beneficiaria el ingreso mensual promedio debía ser de 2300 pesos. La corresponsabilidad económica respecto al padre sus hijos es nula, pues Alma argumenta que no puede obligarlo: “ si antes no lo obligué, si estando casada no me daba, si no me daba cuando vivíamos juntos, ¿Tú crees que me va a dar ahora?, si antes no lo hacía…Por ahí hacia un esfuercito y llevaba dinero pero ahora no hace nada nada, nada”, situación que agrava la precariedad económica de sus hijos. 77