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Lo que se comenta al final de esta cita, coincide con lo que Salmivalli et al. (1996, 2) señalan acerca de que la violencia entre pares es generalmente un fenómeno grupal. Los distintos actores que lo conforman, legitiman y reafirman las dinámicas violentas que tienen lugar. Dicha condición contribuye a la permanencia del fenómeno en el grupo. Las dinámicas a su interior y la forma en que es percibido por las autoridades escolares, terminan perpetuando el fenómeno de la violencia entre pares pues se responsabiliza al mismo grupo de la situación de violencia que lo aqueja. Como comenta Chagas, (2005, 1072) “las características de esta causalidad percibida origina una serie de consecuencias; por un lado, el patrón de concebir el maltrato entre iguales como algo normal y propio de los adolescentes conlleva a no considerar su intervención; por otro, las consecuencias psicológicas (autoestima, expectativas y experiencia emocional) que determinan las acciones conductuales son perjudiciales para toda la comunidad educativa”. Las ideas preconcebidas de los maestros hacia el grupo dictan las posibilidades de intervención de los mismos a favor de los estudiantes y marcan la pauta del tipo de ambiente que tiene lugar no sólo en el espacio del salón de clases, sino del plantel educativo en general. Ya que se conocen las condiciones del contexto en el que se desarrollan los estudiantes, es posible llegar a comprender y conocer en la especificidad a los sujetos que participaron en el estudio. En el siguiente apartado se describe la forma en que fueron seleccionados, así como también se aborda brevemente la descripción de sus perfiles desde su propia perspectiva; para posteriormente pasar al análisis de sus historias en torno al nivel de SOC y al tipo de problemáticas que enfrentan a causa de las construcciones de género. 124
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