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Para el sector empresarial el cambio de modelo económico representó un enorme reto debido a que los empresarios formados bajo los modelos de desarrollo anterior, se vieron ante la necesidad de reorganizar sus empresas y modificar sus acciones empresariales en vista de que el entorno económico había cambiado, esta situación se vio reflejada en las políticas estatales en la ausencia de apoyos estatales, la banca de desarrollo no contempló o lo hizo de manera marginal la industrialización, la privatización de los bancos y los casi nulos esquemas para la industrialización llevo al encarecimiento del crédito, la ausencia de regulaciones ante la apertura del mercado interno a raíz del TLCAN y el desmantelamiento de algunas de las instituciones de apoyo vigentes en el modelo de desarrollo anterior. A la vez se observa la presencia de oportunidades derivadas de la maquila, la industria automotriz, la construcción de infraestructura y el desarrollo del sector terciario. Para Vázquez y García de León (1996, 54), no existía una base material susceptible de ser reconvertida, el empresariado sonorense, refieren, se encontraba prácticamente incapaz de acceder a los medios financieros y sin tecnología adecuada. “La escasa tradición industrial de la entidad se manifiesta también en la ausencia de un grupo empresarial capaz de asumir el liderazgo o, por lo menos, un papel activo en la modernización”. Todo ello derivó en un largo y penoso periodo de reajuste de la clase empresarial sonorense que tuvo resultados diversos y en algunos casos coyunturales, y que consistieron en: a) la reconversión de algunos empresarios mediante la adopción de las nuevas exigencias económicas, institucionales, políticas y tecnológicas, b) el surgimiento de nuevos empresarios, c) la desaparición de algunos de ellos, d) la permanencia del empresario-político que adquiere un nuevo matiz, la aparición de empresarios-sexenales. 136