Page 130 - ::El Colegio de Sonora :: Repositorio Documental ::
P. 130
Sobre el fraccionamiento: “lo describo en cuanto a seguridad por una catástrofe. Lo califico del 1 al 100 en un 80 o 90 por que estamos viviendo precisamente en el cauce del arroyo más bravo de la ciudad que es el arroyo de los Nogales, se nos engañó, nunca se nos informó que estamos en una zona de riesgo”. La tercera entrevistada, dice del fraccionamiento: “mi familia y yo somos de las primeras en residir aquí, y conozco a la gente que me rodea, nos llevamos bien, no tengo problema con ellos, es más, mi casa sirve de reunión para los amigos y elegimos este espacio cerrado por la seguridad. Aquí es un barrio italiano, pues todo el mundo es una algarabía tremenda, mucha comunicación, fiestas, cenas, cumpleaños, que las criaturas, nos apoyamos mucho”. En su relación con los espacios abiertos en especial con la Kennedy: “no hay mucho contacto por que la gente entra y sale es muy raro la existencia de reuniones en común como aquí en este residencial”. Otra de las situaciones que incomodan a la entrevistada tres, es la presencia de los hijos que viven en el espacio abierto de la Kennedy, son júniors, chavitos de papá y mamá que como lo tienen todo quieren imponer su voluntad y hacen unos arrancones que dan miedo y como la calle principal es amplia y recta, pues la toman como pista de carreras. La cuarta entrevistada relata que vivió en Guaymas, Caborca, Navojoa y Obregón, y antes de habitar Santa Lucía lo hizo en las colonias 5 de Mayo, Moctezuma y Constitución. Habla de que las diferencias sociales se marcan mucho en las ciudades en las que vivió, donde se notan actitudes de soberbia en algunos ciudadanos, sobre todo, dice, en Guaymas y Obregón y cuando “volví a Nogales me encontré que hay una sola masa de gente de todas partes y nadie se conoce tanto como para establecerse y hay mucha rotación de gente que va y viene, y no se quedan, aquí se percibe la diferencia”. En la selección de un fraccionamiento cerrado, nuestra entrevistada narra: “cuando viví de recién casada en la Vicente Guerrero con mi suegra y mis cuñadas todos alrededor, eran familia y nosotros decidimos estar ahí y nos vendió el abuelito de ellos. Lo que me gustaba de ahí era su tranquilidad, después se empezó a ver mucha droga, bajaba y subía gente y dejaban muchas jeringuitas en la calle. Una vez me asusté yo mucho por que mi niño agarró una de esas y fue cuando yo decidí ya no vivir aquí y empecé a buscar y encontré este fraccionamiento, estaba empezando y pues decidimos comprar aquí y conforme avanzaba en su construcción nos dimos cuenta que era bueno o representaba un punto tranquilo para el niño y ya tenemos cinco años”. Su cambio se da en el 2001 y ya estaba la primera etapa terminada. Nuestra entrevistada señala que su vivienda se ubica en la segunda etapa y “los vecinos apenas empezamos a llegar, nos entregaron la vivienda como dice en cascarones, nosotros le hemos ido metiendo, es decir, la hemos acondicionado de acuerdo a nuestras necesidades”. 130