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sueldo semanal de 450 pesos; esta situación ha afectado bastante a Lulú y sus hijos, ya que su sueldo se ha reducido en un 50 por ciento, por tanto, ella ha desarrollado algunas estrategias de sobrevivencia económica como la limpieza de casas algunos días de la semana y le ayuda a su mamá en una tienda de abarrotes. En suma, su percepción económica, alcanza aproximadamente los 3500 pesos mensuales. Los hijos que viven con ella son dependientes económicos: sus dos hijos mayores estudian la preparatoria –su hija de 20 años y su hijo de 16- y su hija pequeña –de 2 años de edad- va a una guardería del IMSS los días que ella trabaja. Martina tiene una hija de 23 años que a su vez es mamá de una niña; la hija mayor vive de forma independiente con su cónyuge. Lulú y sus hijos solteros (tres) viven en una casa que su mamá le regaló hace 20 años: “en esa casa tengo mucho tiempo, más de 20 años. Mi mamá estaba pagando ese solar y le dio lástima yo que anduviera con la niña de allá pa acá y me lo dio y ella se vino a invadir aquí” (Lulú). Una de las preocupaciones más recurrentes de nuestra informante son las relacionadas a las cuestiones económicas, cuando llega el recibo de luz casi siempre le pide prestado a su mamá; para poder adquirir aparatos como el aire acondicionado, o un refrigerador, hace uso del crédito que ofrece la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con cargo al recibo de luz; en los momentos en que sus hijos tienen gastos escolares y ella no tiene dinero, recurre al papá de ellos. La ayuda que reciben no es regular, sólo cuando ella le pide: “no es de los hombres que diga “hey toma, ahí te va”, si le digo: “ayúdame con ellos”, pues les da, pero nomás a ratos, en ese momento” (Lulú). 91