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Griselda es la informante que más sueldo percibe y es la única con posibilidades de ascenso reales dentro de su trabajo, sin embargo, es la madre jefa de familia que más padece el aislamiento social al no contar con una red de apoyo familiar –a excepción de la madre que es la que le hace préstamos de dinero- ni social. Otra de las desventajas como madre jefa de familia se refiere a la pobreza de tiempo, carencia que orilló a Griselda a internar a sus dos hijos hombres. En este sentido se puede decir que Griselda ha desarrollado estrategias de sobrevivencia respecto al ámbito laboral y económico en detrimento de otros ámbitos como el familiar y el personal. De lo expuesto en este capítulo se observa que estas madres jefas de familia en contextos de precariedad social, han acumulado desventajas, algunas particulares de su género, como la deserción escolar por cuestiones referentes a embarazos no planeados o la vida en concubinato o el matrimonio; la crianza y cuidado de los hijos; la responsabilidad de las tareas domésticas, desventajas que tienen repercusiones en la condición de vida de estas mujeres. Otras de las situaciones, son los bajos niveles de escolaridad o estudios incompletos, empleos mayormente en el sector informal con bajos ingresos y en algunos casos irregulares, o empleos en el sector formal con ingresos bajos y violaciones a los derechos laborales. Las posibilidades de mejora respecto a un mejor trabajo, un mayor sueldo, disminución de las jornadas dentro y fuera de casa, o de acceso a seguridad social, se perciben pocas y en algunos casos nulas. De este modo, las distintas formas de exclusión social se reflejan de manera más tangible en la pobreza económica, la pobreza patrimonial, la pobreza alimentaria y la pobreza de tiempo que padecen las madres jefas de familia estudiadas; así como en la dificultad que representa tejer y conservar las redes de apoyo tanto social como familiar. 97