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C. El proceso de interacción se filtra a través de identidades sociales de género -pueden ser los contactos que establecen los padres de familia: varones, mujeres o hijos que residen habitualmente en los espacios citadinos- (Denzin 2000, 154) Otras reflexiones en la composición de percepciones e imágenes se encuentran en los significados, es decir, los discursos que construyen sobre el lugar, la casa, vecindad y contactos con el exterior. En estos niveles Hiernaux y Lindón explican una posibilidad teórica metodológica de estudiar las visiones egocéntricas sobre el espacio periférico lo que permite unir aún más el habitar y el habitus en los procesos de las prácticas personales y/o colectivas que generan los individuos en los lugares donde habitan. 1. En el caso de la cotidianidad, ésta se puede conocer a través de las formas espaciales y las prácticas asociadas, así como también por medio de los discursos de esas prácticas. 2. La construcción de la subjetividad social, se puede enfocar en el nivel del discurso o de los significados que están en ella. Una posibilidad alterna es enfocar las percepciones desde las formas espaciales, considerando el factor tiempo, es decir, que es posible que una forma espacial actual no sea la expresión de los significados de los habitantes actuales, sino de experiencias pasadas. 3. Los modos de vida, como éstos resultan de la articulación de la cotidianidad y la subjetividad se pueden analizar en los tres niveles: formas espaciales, discursos y significados. (Hiernaux y Lindón 2004, 433-434) Por otra parte la acción que realiza el individuo dentro y fuera de su medio, se ve influenciada por toda una serie de comportamientos que lleva a cabo en momentos específicos. Esto le permite captar aquellas pautas que establece en el contacto cotidiano con sus semejantes, tanto en el espacio como en el tiempo, formar sus propios círculos, en términos de Simmel entonces podemos reflexionar en cómo el individuo se inmiscuye en ese conjunto de actos que componen su acción individual y, posteriormente, cuando se integra en el colectivo o grupo de pertenencia. Las trayectorias, experiencias y formas de adaptación que adquiere el individuo a través del tiempo en la ciudad lo hace vulnerable a condiciones propias de su naturaleza como ser humano. Aquí construye sus imaginarios, entendidos como “la realidad urbana construida desde los ciudadanos” (Silva 2003, 24) y percepciones, tomando en cuenta ese conjunto de vivencias que pueden ser agradables en algunos casos y desagradables en otros. Por citar un ejemplo, el cambio de vivienda en la misma ciudad, dependiendo del lugar en donde se realiza esta movilidad el individuo adquiere nuevas formas de ver la vida que sigue en la ciudad, esto trae nuevas prácticas al interior de su hogar, y familia, establece nuevos contactos y quizá interactúa con mayor fuerza en su nuevo lugar de residencia. 37
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