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Un ejemplo de lo anterior, lo explica Jesús Galindo (1992, 13-14): “Para la vida urbana el lugar de lo múltiple por excelencia es el espacio público, y es este el espacio donde el orden unitario actúa con mayor rigor, sobre todo en grandes ciudades y es también el lugar donde el orden unitario muestra todas sus carencias. La calle puede convertirse en un campo de batalla entre lo múltiple y lo unitario en donde solo hay vendidos. El espacio público urbano ponen en contacto a la vida interior de la ciudad y él mismo es escenario de buena parte de la vida urbana” Cuarto, en el habitar las personas desarrollan actitudes y aptitudes de acuerdo a sus experiencias en la vida, sus desplazamientos de un lugar a otro marcan los gustos, distinciones, es decir: “los bienes, las prácticas y sobre todo las maneras, funcionan, en cada sociedad al modo de las diferencias constitutivas de los sistemas simbólicos”. (Bourdieu 1997, 34) Quinto, los agentes sociales determinan activamente, mediante categorías de percepción y apreciación social e históricamente constituidas, la situación que los determina. Se puede decir, incluso que “están determinados socialmente en la medida que se auto determinan, pero, las categorías de percepción y apreciación que forman la base de esta autodeterminación están en sí mismas determinadas en gran parte por las condiciones económicas y sociales de su constitución” (Bourdieu 1995, 94), Las experiencias de vivir en la ciudad marcan de manera importante el conocimiento que empíricamente obtiene el individuo en su habitar desde una colonia abierta hasta llegar a un espacio cerrado. En estos recorridos los sujetos se apropian del medio en donde se asientan, reflejan sus propias formas de entender y comprender, a su vez, los momentos que en su vida cotidiana se presentan. El habitus como parte de estas prácticas que el citadino, se manifiesta en las posiciones señaladas en las figuras 1-4 donde se enfoca una realidad que constantemente se modifica. Al mismo tiempo le permite asimilar los cambios que suceden a su alrededor, los cuales introducen nuevos ingredientes en su forma de vivir en la ciudad. Hechos tan sencillos como ir de compras, platicar con los vecinos, trabajar, incluso, salir a comer, participar en una asamblea entre otras acciones fundamentan la cualidad que tiene como ser humano: pensar, hablar, escuchar, observar y sentir, procesos que influyen en las transformaciones que ocurren en su vida cotidiana. El lenguaje, los valores y el hecho de poseer una vivienda forman parte de estos significados que se adquieren en la rutina diaria de vivir en la ciudad. Los habitus y el habitar se entretejen de manera complementaria en la medida en que la conducta del individuo urbano manifiesta nuevas formas de apropiarse de su espacio: el adornar su casa, el decir buenos días a los vecinos, amigos, familiares, compañeros de trabajo, el llevar y traer a los hijos a la escuela, son factores que permiten entender los procesos de sociabilidad que se manifiestan en el grupo y la comunidad donde se habita. 33