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convivencia rondara en función de la bebida. Esto debido a que bajo esas relaciones ya existía una socialización previa que de momento pareció difícil de abandonar. “Mi esposo me decía: ¿Qué significa, que por qué tú estás en alcohólicos anónimos vamos a perder todas las amistades, no salir? Pues mientras lo requiera lo voy a hacer, le dije; y si tú quieres ir, tú ve para allá pero yo no. Tenía mucho miedo, porque sabía que el ver beber a la genta cuando yo estaba en abstinencia (…) porque así en total abstinencia; si batallé mucho” (Flaca, 45 años) “Ahí me dijeron que por 24 horas nada más, solo por hoy. En ese momento lo tuve que recordar muy bien, porque en mi casa todavía se bebía y para yo tener que hacer mi ajuste de amistades tenía que dejar a toda la gente con la que yo bebía y en mi casa era el principal, era como una cantina. Entonces, empecé a echar para afuera gente que tomara, yo no podía quedarme así sin decirles nada. Con la timidez que yo tenía (…) yo siento que fue tan grande el amor de ese poder superior, así decimos nosotros, que me ayudó en ese momento para que pensara un poquito que si yo volvía a beber me iba a morir (…) Y también a mi esposo (corrí), un año”. (Violeta, 75 años) Ante esa pérdida de sentido que causa la soledad de no socializar, el grupo se convierte en alternativa. Incluso, Flaca comentó que ha habido ocasiones en los que una compañera de AA la ha acompañado a alguna reunión personal, en la que estarían las antiguas amistades con las que solía beber (incluido su esposo), con la finalidad de prevenir una recaída. Por otro lado, los primeros días subsecuentes a dejar de beber, el cuerpo y la mente resintieron la desintoxicación y algunas informantes aseguran se les desató la neurosis, la cual descargaban por lo general contra sus hijos, acto que culminaba en reclamos por parte de éstos y generaba un ambiente hostil en el hogar. Estas transformaciones propiciaron 139