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forma parte de la cultura y la costumbre que el hombre a partir del advenimiento de su sexualidad enfrente a otros varones para obtener o conservar “el premio” que significa poseer a la mujer. Como señala Bourdieu (2000, 59) al hablar del mercado del matrimonio “las mujeres sólo pueden aparecer en él como objeto o, mejor dicho, como símbolos cuyo sentido se constituye al margen de ellas y cuya función es contribuir a la perpetuación o al aumento del capital simbólico poseído por los hombres”. La peculiaridad de este tipo de encuentros violentos que todos los entrevistados señalan conocer más no haberlos experimentado es que se trata de “tiros limpios” como dice Samuel o son “como compas” como dice Álvaro, refiriéndose a que mientras no haya otro 94 tema que los enfrente se pelean uno contra uno y es sólo “para quitarse la rabia” y “matar el problema”, sin que el pleito continúe después. Haciendo alusión a que una vez establecido quien merece conservar a la mujer (no asumiéndola como persona capaz de decidir por sí misma) el problema llega a su fin. Surge un ganador y un perdedor y a partir de ahí, según ellos mismos comentan, la mujer suele permanecer al lado del vencedor. Por el contrario cuando se trata de pleitos de pandillas obviamente se involucran grandes grupos de varones; lo que conduce a importantes escaladas de violencia. Se trata de varones siendo masculinos en el sentido que señala Bonino (2002, 49), ya que buscan pertenecer al grupo y para ello se obligan a sacrificar lo propio (en este caso su seguridad personal) por el grupo obedeciendo a la estructura y normas de su pandilla. La mejor forma de explicarlo es recurriendo a lo que Álvaro expresó cuando se le preguntó por este tipo de problemas: No pues éstos [los problemas entre pandillas] sí son graves [¿Qué diferencia tienen con los que antes me comentabas que eran broma?] No sé, en estos sí me enojo, o sea 94 Como pudiera ser las pandillas, agresiones pasadas, etc. 201