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A partir de estos planteamientos se estiman las funciones de ingreso a las que además de las variables de capital humano se le introduce como variable explicativa adicional la feminización, que representa la composición por género de las ocupaciones (Macpherson y Hirsch, 1995) Las ecuaciones de salarios, que se estiman de manera separada para hombres y mujeres, tienen la siguiente forma: ln(W ih) = ∑ X h'i β h + Θ h FEM hi + µ hi (1) ln(W im) = ∑ X m'i β m + Θ m FEM mi + µ mi (2) donde los subíndices h y m designan a hombres y mujeres respectivamente, ln(w) es el logaritmo natural del salario por hora, X es el vector de variables que contienen las características de los individuos (edad, nivel educativo, sector económico, ocupación, etcétera), FEM es la feminización de la ocupación definida como el porcentaje de mujeres en la ocupación j en que se encuentra el individuo, β y Θ son los coeficientes a estimar y u es el término de error, del que se asume tiene media cero y varianza constante. Siguiendo la idea del efecto negativo de la feminización de la ocupación sobre los salarios, un valor de Θ < 0 implica que los salarios disminuyen al aumentar el porcentaje de mujeres en la ocupación. Además, si el efecto (Θ m - Θ h) es negativo la existencia de segregación ocupacional, manteniendo todo lo demás constante, aumentará la brecha salarial de género. Por el contrario, si es positiva, la brecha salarial tenderá a acortarse en las ocupaciones femeninas. En las ecuaciones anteriores sólo se observó el salario de las personas que participan en el mercado de trabajo, y por lo tanto se dejan a un lado a aquellos trabajadores que no participan en él. Debido a lo anterior, los resultados que se obtendrán de las regresiones serán sin corrección por sesgo de selectividad. 144