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Donde los subíndices h y m representan hombres y mujeres respectivamente; y la media del logaritmo del salario, p h y p m son la proporción de hombres y mujeres en la muestra, β h y β m son vectores de coeficientes estimados, y Θ h y Θ m son coeficientes de la variable feminización. El primer término en corchetes (línea 1), representa la proporción de la brecha que se explica por las diferencias en las características de los individuos X, y el término de la segunda línea, aquélla debido a diferencias en densidad de hombres y mujeres en las ocupaciones. El tercer término entre corchetes (líneas 3 y 4) representa la parte no explicada de la brecha salarial, debido a las diferencias en los coeficientes de las X y FEM; estos componentes se pueden interpretar como los efectos de la discriminación. La interpretación de Θ h y Θ m, así como la descomposición que se muestra en la ecuación (3), depende de las causas de la segregación ocupacional y la línea través del cual FEM y salarios están relacionados. En general, este modelo es útil para explicar el valor negativo de Θ m<0 sustentando la hipótesis de que los trabajos femeninos pagan menores salarios no porque la productividad de las mujeres sea menor, sin por el efecto del amontonamiento o concentración. Sin embargo, considerando que los hombres no son discriminados en los mercados de trabajo, si se obtiene un valor negativo para Θ h , la interpretación se sustentaría en dos hipótesis planteadas en el trabajo de Macpherson y Hirsch (1995): la primera denominada "quality sorting" hypothesis o hipótesis de categorización de calidad, indica que las ocupaciones feminizadas atraen a hombres con baja productividad que estarían dispuestos a aceptar salarios más bajos; la segunda hipótesis señala que los hombres en función de sus preferencias, se insertan en ocupaciones femeninas, y los salarios inferiores 146
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