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empresas; en la tercera se busca la inversión extranjera con la finalidad de que se detone la industrialización agrícola o la industria maquiladora en el norte del estado. Sintetizando este breve recorrido, podemos concluir que el despojo, el exterminio, la nacionalización de tierras, un proyecto nacional para la región como parte del sector agroindustrial, inversión estadounidense, participación de colonos italianos y alemanes como empresarios agricultores y la surgimiento del políticos-empresarios, son la base empresarial sonorense. Para finalizar este apartado haremos referencia a Abelardo L. Rodríguez y a su inconcluso plan para industrializar Sonora, toda vez que al finalizar su mandato, sus 51 proyectos para agregar valor a la producción primaria mediante la industrialización no prosperaron y la industrialización del estado continúo siendo una tarea pendiente. Varios asuntos merecen la pena rescatar de nuestra narración. El primero de ellos es la manera cómo el general Rodríguez pretendió motivar la iniciativa empresarial en el Estado, iniciando él mismo o participando como socio de la empresa para después venderla a los accionistas, en palabras de Hernández y Vázquez (2007) “enseñaba haciendo”, esta es una de las cuestiones que se debate actualmente en la teoría empresarial y que expusimos en el primer capítulo y se refiere a la necesidad de conocer si las empresas pueden ser formadoras de empresarios y los mecanismos que intervienen en la iniciativa empresarial, asunto que abordaremos en el capítulo 5 de este trabajo de investigación. 51 “Los ganaderos fueron los sonorenses predilectos del general Rodríguez, si bien al final no le dieron la respuesta que esperaba. Quería que superaran el papel de exportadores que industrializaran aquí mismo, en Sonora, la carne que producían; que contaran con pastizales al alcance de la mano y que sacrificaran el ganado en unos cuantos rastros, repartidos estratégicamente en condiciones óptimas de salubridad” sin embargo, unos pocos años después, “el impulso inicial aflojaba” (Moncada 1997, 59-62 pasan). 124
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