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Aún más, el individuo se expone a ciertas condiciones ambientales que le permiten captar informaciones particulares que sólo él es capaz de transformar en sus relaciones con los demás, “es una experiencia que le permite ser sensible al mundo que le rodea, en esta dirección, cada persona percibe a través de sus preocupaciones –sociales, culturales y económicas- y de sus experiencia un modelo que le es propio”. (Bailly 1979, 30). En este caso, las formas simbólicas que adquiere el individuo en su entorno cotidiano son el reflejo de las situaciones concretas por las que él ha recorrido y pasa continuamente; son un reflejo de su acción directa en el grupo y/o comunidad donde vive; es parte de lo que la ciudad que lo alberga le impone. Es un proceso mediante el cual el sujeto se ve envuelto y responde a él mediante formas de actuación que lo caracterizan e identifican, así puede plantear cada cosa en su momento, construye sus representaciones ante el mundo que lo rodea de manera personal y/o colectiva, ante los hechos que se presentan. Así, la percepción del mundo social “es el producto de una doble estructuración social: por la parte ‘objetiva’ esta percepción está socialmente estructurada por que las propiedades relacionadas con los agentes o las instituciones no se ofrecen a la percepción de manera independiente, sino en combinaciones de muy desigualdad probabilidad, por la parte ‘subjetiva’ está estructurada por que los esquemas de percepción y de aireación susceptibles de funcionar en un momento dado, y en particular aquellos depositados en el lenguaje, son el producto de luchas simbólicas anteriores y expresan de manera más o menos transformada el estado de las relaciones de fuerza simbólicas ”(Bourdieu 1990, 287-288) Para que un campo se constituya como tal debe tener dos elementos: la existencia de un capital común y la lucha por su apropiación, así entonces, la acción, prácticas y formas de ver la vida (percepciones e imaginarios) son elementos que le dan sentido a su existencia, el hombre es un ser que a través de sus relaciones imprime condiciones a su acción, sus trayectorias y experiencias personales son el reflejo de lo que decide hacer cuando se propone algo. Dos elementos más en el proceso de la formación del espacio: “La sociedad estructurada en clases sociales en lucha y la interacción de lo objetivo y subjetivo como parte de la dinámica social que se establecen en el mundo del humano” (Flaschsland 2003, 47). 3. La idea de clase. Siguiendo a Bourdieu, este término se concibe como el “conjunto de agentes que ocupan posiciones, situados en condiciones y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener disposiciones e intereses similares y de producir, por tanto, prácticas y tomas de decisiones semejantes”. . El cruce que se da entre los individuos y su espacio, forma parte de la vinculación que existe en el medio urbano donde se asientan los asentamientos urbanos. La clase forma parte de un indicador que nos habla del proceso de edificación de relaciones sociales significativas. En este orden, la posición de Bourdieu (1990, 285) afirma “la existencia de un espacio objetivo que determina compatibilidades e incompatibilidades, proximidades y distancias.” 24