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Por otra parte las prácticas, formas de entender la selección de un fraccionamiento cerrado, los discursos sobre el espacio donde se construye un habitar determinado, son parte de un proceso de construcción de un barrio ideal que ellos asumen como propio. Lejos quizá de la misma dinámica social que les impone la ciudad donde se inserta la vida cotidiana de los residentes, en esta orientación el habitar, sentido de la comunidad y quizá la formación de una identidad local corresponde a ese proceso de intervención que realizan los propios residentes. Idea que permite entender que el mundo social es en gran parte algo que hacen los agentes, a cada momento: pero solo pueden deshacerlo o rehacerlo sobre la base de un conocimiento realista de lo que es este mundo es y de lo que pueden hacer en función de la posición que en él ocupan. (Bourdieu 1990, 298). La conexión entre habitar, prácticas sociales y espacio social sería reforzado de acuerdo a Marc Augé ( 2004:134-125) “al lugar objetivo al espacio donde se inscriben marcas objetivas de identidad, relación e historia (monumentos funerarios, iglesias, lugares públicos, escuelas, etc.) y lugar simbólico a los modos de relación con el otro que prevalecen en aquél ( residencia, lenguaje, intercambios); no lugares objetivos son los espacios de tráfico, comunicación y consumo, y no lugares subjetivos son los modos de relación con el exterior que prevalecen en aquéllos: tránsitos, mensajes, anuncios, códigos”. A partir de lo anterior, el habitar es un proceso que desarrollan los individuos considerando el espacio donde viven: casa, ciudad, trabajo; donde realizan interacciones cotidianas en las que distintas posiciones y prácticas (habitus) se entretejen para canalizar los mecanismos propios de cada sujeto en el asentamiento urbano que habita y el grupo que lo rodea. Así por ejemplo, los roles como padre de familia, miembro de un comité de vecinos, trabajador de una empresa, miembro de una comunidad religiosa, entre otros, se pueden ilustrar las acciones que llevan a cabo en su convivencia personal y/o colectiva. La relación que se establece en un determinado lugar para vivir responde a las formas de vinculación que adopta el sujeto en ese espacio, su acción, formas de establecer relaciones, habilidad de integración al grupo, permanencia, y asumir los propios valores que lo identifican como ser humano: prácticas personales y colectivas, roles sociales, decisiones y posiciones ante las respuestas a los comportamientos que suceden en su medio. En la figura 1 se expresa la triangulación que existe en la realidad del ser humano en cuanto a su vivencia, el espacio que lo rodea y la acción que se desprende de ella. 26