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Veamos entonces algunas de las ideas que se analizan en el caso de las urbanizaciones cerradas en el primer apartado de análisis citado anteriormente. En Estados Unidos, las urbanizaciones cerradas, “configuran una permuta y ampliación de los compromisos u obligaciones basadas en pactos privados (private covenant) entre propietarios del suelo concebido para asegurar (o defenderse de) ciertos usos del suelo que la gestión pública del planeamiento, bajo sus formas de controles de zonificación, urbanización y edificación, no logra manejar” (Callies et al. 2002, 473) Así en esta descripción se observa una implicación importante en el análisis de las comunidades cerradas: la relación entre los propietarios privados, y el uso del suelo que se genera en los espacios urbanos. Los mismos autores señalan que en Estados Unidos, el impacto de este tipo de asentamientos urbanos ha ido en aumento y se orientan a grupos sociales de ingresos medios y altos. Son resultado del proceso de desarrollo económico que se ha gestado en estados como Florida, California y Texas, donde se ha generado “urbanizaciones de alto nivel o standing (lifestyle communities), lo que incluye las urbanizaciones privadas para jubilados y de golf y ocio. En el caso de las urbanizaciones para jubilados tienen propietarios que están muy comprometidos en la política interior y en los quehaceres de la propia asociación de propietarios. Las urbanizaciones para el ocio contratan generalmente trabajadores ajenos que se encargan de velar por la gestión de la propiedad, la seguridad y el mantenimiento, de modo que no tienen que preocuparse de nada y pueden dedicarse a utilizar las instalaciones que han adquirido” (Callies et al. 2002, 474) Una segunda característica se destaca en esta explicación que señalan los autores en el caso de Estados Unidos y donde se derivan dos elementos de interpretación del habitar que se construyen en los fraccionamientos cerrados. Primero, la creación de un nivel y/o estilo de vida, con grupos sociales específicos, y segundo, la tipología de los espacios cerrados para cierta actividad personal como es la recreación y el entretenimiento. Por su parte, Sarah Blandy y Diane Lister (2003,1), señalan que “el crecimiento de las gated communities en los Estados Unidos cubren el 11% de todas las nuevas viviendas, abarcan cerca de cuatro millones de personas. Sin embargo, explican que las comunidades cerradas no es un fenómeno americano; estas formas de vivienda tienen también importantes crecimientos en Sudamérica, Sudáfrica, El medio Este y Oeste de Asia” Un elemento importante que explican las autoras para el surgimiento de las comunidades cerradas en Estados Unidos es que ellas representan un problema distintivo en la medida en que albergan grupos sociales con alto poder económico. 44