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En este sentido, Low (2003, 129) complementa lo señalado por Le Goix en el. sentido de que, los fraccionamientos cerrados en Estados Unidos se orientan hacia la relación entre el espacio físico y el geográfico donde se ubican como el medio social que se genera en ellos: “en el nivel del medio ambiente construido, los muros, paredes y puertas son barreras visibles que tienen efectos sociales y psicológicos. En términos prácticos las comunidades cerradas restringen accesos a las calles y avenidas principales que pueden ser usadas por el público tanto como para el transporte privado”. O bien como lo señalan Callies y otros (2002, 479): “Los límites pueden contribuir a dar sentido a la comunidad o destino compartido en el interior del área delimitada. Sin embargo, estos límites, en sí mismos, no pueden establecer vínculos de vecindad entre los que viven en la urbanización sin la presencia adicional de una vinculación social y conductual arraigada. En general, las urbanizaciones encerradas no cultivan activamente estos criterios determinantes de comunidad”. Aportaciones que permiten identificar el engarce que tienen estas formas de ocupar el espacio urbano, creando zonas específicas, desde las plantas arquitectónicas, sus propias vialidades y además el cerrado de su medio físico. Vía puertas, muros, bardas, accesos electrónicos, son algunos factores que resumen los autores analizados en el ejemplo de Estados Unidos, donde su definición de gated comunnities forman parte de una estructura urbana que cobija a la construcciones cerradas en el conocimiento de formas de vida y procesos de socialización de grupos que se arraigan en la ciudad buscando seguridad, protección, distinción. Los procesos de urbanización no solamente ocurren en Estados Unidos, sino en toda Latinoamérica, en forma desordenada en algunas de sus ciudades, agregando la inseguridad, el miedo. En recientes estudios los factores económicos, muestran como se han ido expandiendo en nuestra realidad urbana, procesos que quizás en el pasado no imaginaron los pobladores que se llegaran a observar. Así Le Goix (2003,2) contribuye de nuevo a ubicar estos procesos sociales y urbanísticos el contexto de las urbanizaciones cerradas en los siguientes términos: “para los residentes, toda existencia de miembros del ‘club’, vecindades cerradas, pueden ser concebidos en una primera instancia como medida preventiva para proteger la vecindad. Residentes están suministrando sus propias reglas de seguridad, caminos, comodidades, etc., en un esfuerzo de gobierno privado para evitar las salidas de los desarrollos urbanos e industriales; crimen, incremento de tráfico, libertad de comodidades, desintegración urbana y decremento de valores de propiedad debido a usos del suelo no deseado”. Por su parte Moobela (2003, 6) agrega que en “los procesos actuales de urbanización la fragmentación y separación de zonas específicas conducen al surgimiento de comunidades cerradas, que tienden al asilamiento psicológico en un área especifica y creando zonas de accesos restringido dentro de la existencia urbana”. Por otro lado, en su discurso el mismo Moobela explica: “las comunidades cerradas también tienen la habilidad de crear un espíritu de comunidad. De cualquier modo, piezas aisladas de investigación han indicado que las comunidades cerradas representan una manera de aumentar o reducir el sentido de comunidad”. 48