Page 79 - ::El Colegio de Sonora :: Repositorio Documental ::
P. 79
Por otra parte, el comprender cómo se tejen lazos que nos llevan a precisar las relaciones entre el habitar, habitus y el espacio social que se producen entre los individuos en las urbanizaciones cerradas de la frontera, lleva a reflexionar entonces en la posibilidad de si estos tipos de asentamientos urbanos realmente contribuyen a formar esos sueños o utopías de las comunidades ideales, o será cierto que es por medio de los promotores inmobiliarios que ofrecen la posibilidad ficticia de alcanzar una realidad que no existe. Por medio de los hallazgos que han realizados los estudiosos latinoamericanos, estadounidenses, europeos, mexicanos, y españoles entre otros, se puede reconocer la inserción de los mundos privados que se generan al interior de las urbanizaciones cerradas y en las que se insertan las prácticas de los individuos y grupos, las que se manifiestan en tres elementos: primero, la vivienda, las trayectorias y experiencias en segundo, y tercero, la integración de los residentes en su realidad actual. El ámbito que permea a las ciudades fronterizas en cuanto a las urbanizaciones cerradas que se han establecido en las mismas permite enfocar y hacer un balance concreto de los resultados que se han logrado en las investigaciones regionales del mismo. Permite encontrar resultados alentadores en relación al tema que nos ocupa: el habitar, habitus y espacio social que se genera en ellas, y se han enfocado en Ciudad Juárez, Nogales, Tijuana y Hermosillo. Los enfoques analizados por. Brisa Carrasco, Jesús Enríquez, Jaime Espinoza, Liliana López, Eloy Méndez, Jesús Mungarro, Isabel Rodríguez, Martín Rosas, y Glenda Yanes apuntan desde el impacto ambiental, las tipologías arquitectónicas, los estilos de vida, el consumo y la simulación, paisajes urbanos y urbanísticos, la segregación socio espacial. Entonces, “La frontera norte de México se encuentra inmersa en una estructura global, por lo que, a pesar de su especificidad, forma parte de un engranaje mundial y es lo suficientemente grande y central, desde el punto de vista del capital, como para que se puedan leer en su paisaje ciertos elementos comunes que caracterizan a gran parte de los espacios urbanos de fines del siglo XX y principios del XXI “(López Levi: 2006, 65). Un segundo testimonio que describe el paisaje fronterizo es: “En las ciudades del norte mexicano, el proyecto de fin del siglo XX es ante todo inacabable, desde el momento en que ‘cancela’ la ciudad preexistente, dejada da manera de reducto o ciudad central erigida en ordenadora de franjas de ocupación tanto recientes como futuras, en adelante confundidas con la periferia interminable. Los megaproyectos promueven el desarrollo de áreas exclusivas delimitadas nítidamente, aún en el corazón de las ciudades, con el propósito de aparecer con ventaja en la fotografía de la globalización. Este mecanismo crea un banco de suelo inagotado, un umbral abierto sin término sobre territorio público en privatización acelerada; se expande también sobre montañas desacralizadas y aplanadas, o en suelos ejidales privatizados, o en insalubres basureros luego removidos y hasta comercializados” (Méndez 2002, 497). 79