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Su dinámica se concentra en tres procesos fundamentales: “primero, el acelerado crecimiento poblacional sin planeación alguna crea asentamientos irregulares en expansión; segundo, la actividad maquiladora, construyó ciudad a su alrededor obligando a los gobiernos a proporcionar infraestructura y equipamiento sin ordenamiento en los usos del suelo, y en tercero, la dificultad de trazar políticas urbanas en un contexto de desorden y caos, con marcos normativos limitados” (Enríquez 2007, 2). Los espacios urbanos de las ciudades fronterizas trastocan su propia configuración, en el sentido de la poca o nula integración territorial con la que se han ido formando, explicación que agregan Méndez, Rodríguez y López (2005, 2) “las ciudades fronterizas son incompletas en sus orígenes y observan la tendencia a cristalizar en lo formal. Las chozas o caseríos improvisados del inicio pasaron a ser centros urbanos consolidados, pero sólo en los núcleos ribereños del Bravo, por que en el tramo fronterizo del noroeste se han mantenido siempre como complejos inacabados, abriendo de continuo nuevos umbrales de doblamiento”. Las transformaciones se han ido acentuando en la profunda fragmentación territorial que se ha producido en las ciudades norteñas fronterizas, debido a su crecimiento poblacional y las pocas posibilidades de planeación de los espacios urbanos que en ellas se generan. Hoy en día y cada una desde Tijuana hasta Matamoros, muestran diversas formas de organización social y urbana, basada en actividades secundarias o industriales en contraparte con la diversificación del sector comercial y de servicios en su economía. Por otro lado, las desigualdades regionales en las ciudades fronterizas son manantiales de creación de espacios donde la presencia de grupos ricos, del sector medio y pobres se intercalan en imágenes de extremos o como lo define Jesús Enríquez (2007, 2) “las Ciudades fronterizas mexicanas encarnan la visión de un Norte más próspero, más desarrollado, ligado profundamente a la actividad económica y cultural norteamericana”. Lo mencionado constituye los escenarios que sirven para proyectar el surgimiento de las urbanizaciones cerradas como escape a esta lucha entre las contradicciones que se dan a nivel social, con respecto al espacial, es decir, la búsqueda de protección, distinción y exclusividad. Conceptos como: islas, ciudad de muros, células urbanas, vecindarios defensivos, espacios de exclusión, cotos, enclaves, son algunos de los resultados que a nivel regional han identificado a las urbanizaciones cerradas en los municipios fronterizos. Son ellos los que permiten construir el espacio social y el habitar generado en la dinámica de cada ciudad fronteriza. Ciudad Juárez, Nogales y Tijuana, son algunas de las ciudades en las que los especialistas de la temática de los fraccionamientos cerrados han puesto especial interés en ejemplificar los procesos de auto segregación, diferenciación, exclusividad. Como sucede en Buenos Aires, Guadalajara, Santiago, México, Puebla, la formación de micro mundos particulares destinados a cada grupo social. 75