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Otro ejemplo, de la inserción de urbanizaciones cerradas en la frontera norte lo documenta Jesús Enríquez (2007, 128): “En la ciudad fronteriza de Tijuana, el patrón de urbanización basado en la construcción de viviendas resguardadas detrás de bardas y con casetas de vigilancia es dominante. El paisaje urbano de la ciudad tiende cada vez más a fragmentarse por los fraccionamientos cerrados, que crean límites indefinidos e imprecisos. La ciudad se extiende en un modelo insular donde los fragmentos no proporcionan soluciones de continuidad al conjunto, sino que individualizan el espacio”. Loss dos hallazgos vislumbran la realidad de una ciudad fronteriza cambiante en todos los sentidos desde su estructura urbana a su composición social. Las posiciones que adoptan los individuos en cada ciudad es distinta y se aborda desde su punto de vista particular. El lugar que nos mencionan Carrasco y Enríquez para el caso de Tijuana, permite ir observando los comportamientos al interior de las urbanizaciones cerradas, posiciones que son asumidas por los residentes, en forma quizá de buscar una protección o bien en la necesidad de seguridad a su familia., con estas aportaciones se entiende el proceso de formación del habitus que se explico en el capítulo anterior. Tijuana es un caso donde el habitar en las urbanizaciones cerradas como parte fundamental de las condiciones sociales que operan en ellas se teje por las vivencias de los citadinos de esta localidad fronteriza. Sin embargo, los modelos de habitar artificial que se han ido creando en los últimos años, no nos aseguran que será de manera permanente y siempre exitosa, todo lo contrario: los fraccionamientos cerrados por su naturaleza constructiva y el diseño prefabricado estará sujeto a esos vaivenes sociales, culturales, económicos que imperan en las ciudades del norte de México. Un ejemplo más de esta dinámica urbana que se ha venido instaurando en las localidades fronterizas lo señala Jesús Enrìquez (2007, 10) “En Tijuana, Nogales y Ciudad Juárez, la proliferación de los fraccionamientos cerrados rápidamente están produciendo un paisaje urbano donde las bardas y muros perimetrales sustituyen a las fachadas de las viviendas en la traza básica de las ciudades. Las fachadas de las viviendas, con sus particulares estilos arquitectónicos y jardines frontales con vistas a la calle, constituían la unidad y el sentido de las zonas residenciales, en la actualidad dicha unidad es referida por las barreras físicas que separan lo público conformado por la calle y lo privado conformado por conjuntos residenciales ocultos a la vista”. Ante esta realidad, en la conformación de nuevos espacios que crean mundos particulares, el habitar se integra en forma distinta a los conjuntos abiertos. Aquí las prácticas personales de cobijarse en una urbanización de este tipo, fomenta por un lado actitudes individuales y, por otro, en casos donde se desea integración una pequeña comunidad defensiva por medio de luchas, participación grupal entre otras acciones., Cuestión que es interesante enlazar con las mismas posiciones y roles que ellos juegan en el interior de estos espacios, así el habitus como lo señala Bourdieu y visto a través de las percepciones anteriores y actuales del residente de las urbanizaciones cerradas, conduce a comprender las acciones humanas de los seres humanos que se albergan en ellas. 77