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la MH, y quejarse o asumirse como víctima sería símbolo de debilidad, y menos virilidad. Refleja la normalización de la violencia en el comportamiento masculino. La segunda postura como víctima ante la violencia entre pares fue la de Marco, quien deja ver que hay quienes ven mal y sí cuestionan esa realidad violenta. Marco ve el uso de la violencia entre varones como normal en el sentido de que es común y frecuente pero externó expresamente que no está de acuerdo en que suceda así. Sin embargo sus estrategias para cambiar esta realidad se quedan en controlar su situación personal y a veces la de su grupo cercano de amigos, dada la magnitud real del fenómeno. El estar consciente de la situación de violencia que le aqueja no le otorga ventaja alguna sobre Nicolás, ambos encuentran estrategias efectivas para actuar sólo a su nivel, que para este estudio se torna el nivel más relevante ante la imposibilidad de influir de forma radical e inmediata el entorno de una escuela violenta. El ha encontrado, así como lo ha hecho Nicolás -quien no manifiesta la violencia como estresor-, herramientas que le resultan efectivas y que convierten dichos eventos en momentos de tensión manejable sin que lleguen a provocar mayor daño a su salud mental y física. 3.2.1.2 Bullying entre sexos Las víctimas que refirieron actos de bullying en los que se encontraban implicados ambos sexos, fueron solamente mujeres que mostraron a hombres como sus agresores. Datos que coinciden con el Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México (SEP 2009, 111) que señala que 4 de cada 10 mujeres de secundaria manifestaron haber sido insultadas o humilladas por compañeros y en cambio 2 de cada 10 hombres manifestaron la situación contraria. Lo anterior es reflejo de la gran problemática que encierra la violencia en contra de las mujeres ya que mediante la dominación de la 190
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