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en una ocasión. En lo que todos coincidieron es en que veían el uso de la violencia como un recurso de defensa, (de acuerdo a lo que observaron Prieto, Carrillo y Jiménez (2005, 1035) en su estudio). Unos la señalaron como una opción fácil y natural para mantenerse a salvo cuando alguien los agrede y otros como la última opción después de agotar los demás recursos, pero todos la encontraron efectiva y necesaria en algunos casos. Así mismo, coincidieron en percibir este tipo de violencia como un riesgo para su integridad física y además. Sin embargo el riesgo se manifiesta de forma diferencial a razón del sexo, los hombres lo asociaron a las pandillas (y el tema de las colonias) dentro de la escuela y en el área circundante y las mujeres a posibles desencuentros con compañeras de escuela desconocidas entre las que de repente pudiera suscitarse algún problema específico al interior del plantel. 2.2 Género y relaciones entre pares Bourdieu (2000, 21) establece que el orden de lo masculino se encuentra inscrito en todo el cosmos -desde los cuerpos y las mentes de las personas hasta las cosas y el mundo social- y que éste genera condiciones diferenciadas entre hombres y mujeres a razón de la construcción social de su género. Ante ese mundo segmentado, en el que a razón de la MH, se limitan las demás masculinidades y feminidades, se encontró que las formas y los temas por los que se suscitan episodios de violencia entre compañeros y las maneras efectivas de resolverlos presentaron diferencias por sexo relacionadas directamente con los roles de género. Los hombres manifestaron utilizar (y padecer) más frecuentemente formas de agresión física -como lo indica el Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México (SEP 2009, 102, 105)- y las mujeres formas verbales –como indican Mejía-Hernández y Weiss (2005, 552)- lo que coincide con los roles masculinos y 221
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