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porque no lo había pensado bien ya se encontraba “en sus días” y también hubo quien al final se contuvo de perpetrar el acto violento y sólo intimidó a su rival. Tanto hombres como mujeres manifestaron que la forma más frecuente de violencia entre ellos comprendía casos de bullying y no de violencia juvenil. En cuanto a la forma en que se manifiestan los episodios de bullying, los hombres refirieron mayormente conductas agresivas en forma de bromas o juegos violentos. Los agresores hablaron de molestarse “en buena onda” y de “llevarse pesado jugando” para crear un ambiente de diversión -acorde a lo que Valadez et al. (2011, 1116) encontraron-. También hubo quien refirió molestar a los demás sólo porque sí (tomando la agresión como forma normal y aceptable de interacción entre hombres acorde a lo que establece el perfil de la MH) y quien habló de razones asociadas a celos por una mujer y a haber recibido algún golpe fuerte durante los juegos violentos que él iniciaba (lo que refleja amenazas a su virilidad). Por su parte las mujeres entrevistadas casi no refirieron ser víctimas o perpetradoras de bullying en comparación con los varones (2 mujeres vs 5 varones). Así mismo hablaron mayormente casos de bullying en los que existía una rivalidad entre las implicadas por algún asunto 105 . No se habló tanto de juegos violentos, sino más bien de rencillas entre ellas. Las razones de las mismas coincidieron con lo que señalan Mejía-Hernández y Weiss (2011, 552) en su documento: que hablan a sus espaldas, los chismes, las envidias y la hipocresía. En los casos de bullying en los que se vieron involucrados hombres y mujeres se mencionaron dos circunstancias en las que el agresor era el varón y la víctima la mujer y ninguna que sucediera al revés, lo que coincide con la tendencia mostrada en el Informe 105 Aunque no refirieran haber sido víctimas o perpetradoras todas opinaron sobre el fenómeno del bullying entre mujeres y las formas en que se manifiesta. 223