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manera en la que cada individuo siente los efectos de las crisis o exclusivamente del trabajo que se desempeña sino que en gran medida estas diferencias están dadas por la naturaleza de las relaciones con las personas y las instituciones con las que se interactúa. En este sentido las relaciones vienen determinadas por el género y por esta razón las mujeres cargan con una parte desproporcionada de las dificultades generadas por las presiones económicas. La crisis económica de 2008 representó un fuerte golpe en todos los sectores económicos, afectando tanto el empleo masculino como el femenino. En el caso de las mujeres, su salida del sector industrial, si bien no solamente responde al efecto recesivo de la economía sino también a la desindustrialización del sector maquilador, representó la pérdida de más de 100 mil empleos, el 54% de ellos en la ocupación de operarios de maquinaria fija. Por otro lado, la ocupación de vendedor ambulante una vez más sobresale al ingresar a ella más de 70 mil mujeres. La demanda de trabajo femenino depende de la demanda existente en los sectores feminizados. Si se observa un crecimiento del PIB en sector terciario, se debe reflejar en un aumento de la participación femenina. Por otra parte, si la crisis se intensifica se debe observar un aumento de la mano de obra femenina como medida contracíclica ya que por el lado de la demanda los empresarios buscarán reducir sus costos (salarios femeninos más bajos) y por el lado de la oferta, se buscará ingresar al mercado de trabajo como estrategia ante la caída del ingreso familiar. Fue posible verificar que la economía de la región frontera norte se encuentra bajo el supuesto de segregación, lo cual se refleja en una mayor participación de las mujeres en el periodo de recesión económica. Esto se puede corroborar cuando se advierte que las mujeres se mantuvieron en el mercado de trabajo, debido en gran medida a que la crisis 190