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idea de que existen ocupaciones en donde hombres y mujeres registran una participación más equitativa, a las que se denominan ocupaciones mixtas. Para resolver estas dificultades, en Anker (1998: 82-84) se presenta una importante revisión de 22 estudios empíricos que muestran los diversos rangos propuestos y la definición de ocupaciones femeninas, ocupaciones masculinas y mixtas mediante líneas divisorias. En estos estudios, señala el autor, el rango más común o moda para agrupar las ocupaciones como mixtas es de entre 20 y 60 por ciento de participación femenina, considerando como ocupaciones femeninas aquellas con más de un 60% de participación de mujeres y se definirán como masculinas a aquellas ocupaciones con una participación femenina inferior al 20%. Debido a que los rangos anteriormente propuestos para clasificar las ocupaciones parten de una participación femenina en la fuerza laboral distinta a la que existen en México, Grijalva (2004a:69) y Amarante y Espino (2001:8) consideraron en sus estudios la tipología de Oppenheimer (1969) para clasificar las ocupaciones. Esta distingue tres tipos de ocupaciones o sectores: aquellas consideradas “desproporcionadamente femeninas” si tienen más de un 50 por ciento de mujeres en el total de trabajadores; “desproporcionadamente masculinas”, aquéllas que tengan menos del 20 por ciento de mujeres en el total de trabajadores e “integradas” o “bien representadas” donde entre el 20 y el 50 por ciento de la fuerza de trabajo sea femenina. Ahora bien, al coincidir con las autoras respecto a que esta es una clasificación arbitraria, ya que la concentración de mujeres puede depender de su participación en el total de la fuerza de trabajo y en México, en los últimos 10 años ésta ha sido superior al 35%, en el presente estudio se aplicará el criterio propuesto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y desarrollado en el trabajo de Guzmán (2001). La OIT propone una 95