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Rodrigues Soares, menciona otra peculiaridad de las urbanizaciones cerradas: su dimensión física y territorial, a través de la configuración de nuevas zonas y cambios en los procesos de urbanización se dirigen a crear áreas exclusivas. El autor describe en la situación de Latinoamérica, que en “las ciudades tradicionales que reproducía a la escala urbana el modelo centro-periferia, con las elites asentadas en las proximidades del centro y los pobres dispersos por los arrabales, es cada vez más frecuente la manifestación del fenómeno de asentamiento extra urbano de las élites. Este proceso es más evidente en las metrópolis de los países con niveles más elevados de urbanización e industrialización” (Rodríguez 2002, 554) Por su parte Teresa Caldeira (2000, 264) define que “los condominios cerrados como nuevo concepto de vivienda articula cinco elementos básicos: seguridad, separación, homogeneidad social, comodidad y servicios. La imagen que ellos confieren es el alto estatus de una residencia cerrada, fortificada y aislada, un medio ambiente seguro en el cual uno puede usar varias facilidades y servicios mientras vive exclusivamente entre iguales”. Un factor más en el caso de Brasil lo argumenta Rodrigues Soares (2002, 554): “Paralelo al proceso de periferización de las élites emerge el fenómeno de la construcción de grandes centros comerciales cerrados, lo que devela la existencia de una relación de complementariedad entre estas categorías de promociones inmobiliarias que se convierten en verdaderos íconos del paisaje urbano de la era de la globalización”. Estas dinámicas urbanas no sólo se adoptarán en Brasil como parte de la urbanización que ha venido cobrando relevancia en los demás países de Sudamérica y México. Éstos han ido fomentando los procesos de fragmentación espacial, donde los citadinos se ven entremezclados en seguir y asumir su posición de clase. Ello es importante hacerlo notar, ya que forma parte del habitar que siguen al interior y exterior de este tipo de asentamiento., Su acción social se ve integrada de acuerdo a no permitir el acceso de los “otros”, la imagen de un hábitat que se les ha vendido en un espacio físico donde lo sobresaliente es la exclusividad. De acuerdo, a lo anterior es posible identificar en los procesos de formación de las urbanizaciones cerradas en Latinoamérica y México una serie de procesos económicos, demográficos, culturales y urbanísticos que describen la realidad actual de este tipo de asentamientos humanos. En primer término, Borsdorf e Hidalgo (2005,12) señalan que “una de las características más relevantes del desarrollo urbano en Latinoamérica reside en la fragmentación de la ciudad en muchas unidades especializadas, de acuerdo con sus funciones. La antigua bipolaridad con su correspondiente división de una ciudad para ‘ricos’ y una para ‘pobres’ vigente hasta la década de los setenta, ha sido superada. Islas para adinerados -como los barrios cerrados- se extienden por doquier en el área urbana. Templos de consumo-mallas, shopping centers y multitiendas- ya no son un antaño un privilegio del barrio alto, si no que están diseminados por todas partes de la ciudad”. 58