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Las urbanizaciones cerradas son un reflejo de las condiciones que se instalan en las ciudades, por un lado, ante el incremento de conductas delictivas, agresiones individuales y, por el otro, el acaparamiento de suelo por parte de los empresarios inmobiliarios y el capital económico que de ellos emana. Esta relación entre compradores y vendedores por definir a estos actores que intervienen en las nuevas estrategias de hacer ciudad se plasman en el surgimiento de los imaginarios del habitar que se les presentan ante las condiciones de mercadotecnia señaladas. Dos versiones refuerzan lo anterior: la primera describe: “La arquitectura del miedo está siendo promovida por los inversores inmobiliarios en el contexto de una sociedad de consumo. Se utiliza la inseguridad urbana para adicionarle valores del consumismo actual como la exclusividad, el confort o la novedad, todo para producir viviendas en comunidades con manifestaciones más o menos expresas de cerramiento como nuevos productos de consumo y dejar atrás su carácter de necesidad básica” (López y Rodríguez 2004a, 26),. La segunda dibuja la forma en cómo al interior de las urbanizaciones cerradas en México se gestan distintas particularidades en el diseño de su habitar, el cual se moldea a las circunstancias en lasque se presentan: “Los vecinos de las colonias residenciales se organizan para solucionar problemas locales muy concretos: la recolección de basura, el cierre de las calles y la contratación de servicios privados de vigilancia como medidas encaminadas a mejorar la seguridad de la localidad, pero también para excluir a los visitantes no deseados del lugar” (Safa 2002, 158). En el caso de Guadalajara, el surgimiento de estas modalidades de ocupar el espacio urbano, se manifiestan por medio de la construcción de casa club y ranchos campestres con ascendencia estadounidense, es decir, con la edificación de los modelos de espacios exclusivos para población de altos ingresos. Dos fases más explican Cabrales y Canosa (2002, 102): “en los setentas se produjo un proceso de reducción del tamaño de las parcelas y a la ampliación de la oferta en fases posteriores, sobre suelo no vendido, hacia grupos medios-altos. En los ochentas se promueven nueve urbanizaciones cerradas, progresivamente de menores dimensiones y equipamientos más reducidos, adecuadas a la nueva coyuntura y a la exigencia de los promotores, muy sensibles a la inmovilización de capital que presuponían las grandes superficies iniciales” Se observa, en el caso de esta ciudad, que los fraccionamientos cerrados surgen en respuesta a la reestructuración del mercado urbano de suelo y además por las crisis económicas que durante los setenta y ochenta se estuvieron presentando. Ello contribuyó a enlazar las formas de habitar que se presentan en las ciudades latinoamericanas. México no es la excepción y el caso de Guadalajara se suma al movimiento de incrustación de las urbanizaciones cerradas para formar espacios físicos particulares y con orientación a la formación de grupos exclusivos. 70