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(Bourdieu 2000) que define la forma en que ellos deben relacionarse con su sexo y con el sexo opuesto y cómo deben empezar a existir en su “nuevo” mundo social como “mujeres femeninas” y “hombres masculinos”. 2. Adolescencia: conflicto y género Una característica común de las sociedades modernas es que el rol de los adolescentes no se encuentra bien definido (Haro y Denman 1994, 30). Ellos intentan copiar las formas adultas pero por ley siguen siendo tratados como niños (Giddens 1991, 116). No hay expectativas que delimiten el espacio y poder que tiene ese grupo en la estructura. Los adolescentes por un lado se encuentran con mayores responsabilidades que las que tenían de pequeños pero por otro no gozan de los mismos derechos ni oportunidades de desarrollo social que las personas mayores. Este nuevo proceso de redefinición de roles que implica dejar la niñez y entrar a la adultez, suele ser causa de conflicto interior pero también lo es con el exterior, ya que la forma de relacionarse con la sociedad cambia y se vuelve complicada. Se reajustan las relaciones del niño para con el mundo y del mundo para con el niño. Desde el funcionalismo-estructural el conflicto se atribuye a la crisis que genera la contradicción medios-fines que los adolescentes enfrentan en sociedad. La posición que ocupan los adolescentes en el sistema los imposibilita para alcanzar los valores sociales establecidos. (Haro y Denman 1994, 26 y 27). Desde la teoría crítica, la crisis de la adolescencia se toma como una expresión de la falta de compatibilidad entre los procesos de socialización y las expectativas sistémicas impuestas sobre la familia. Bajo esa perspectiva, se establece que “la agudización de la problemática de la adolescencia es producto de las disparidades entre competencias, actitudes y motivos formuladas a través de la familia, por un lado, y las 29
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