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traen inherentemente una connotación negativa, sin embargo esto no es así, es más bien el fracaso en la transformación positiva de un conflicto lo que suele conducir a situaciones negativas como la violencia (Galtung 1996, 74). La violencia fue reconocida como problema de salud por la ONU en 1996 (OMS 2003, 6) y desde entonces ha sido abordada con ese enfoque desde diversas disciplinas. En relación a la violencia entre pares adolescentes, se ha hablado mayormente del bullying y de la violencia juvenil -mismas categorías que se utilizan en esta tesis- por lo que a continuación se abordan algunos resultados de investigaciones previas en dichos temas. Para empezar con lo más sencillo se tienen las teorías que atribuyen el establecer relaciones violentas a características meramente biológicas. Pero es importante apuntar que éstas solamente pueden utilizarse para explicar casos aislados y con reservas ya que aunque se esté hablando de causas físicas se hace necesario integrar elementos del entorno. Prieto (2011) relaciona el comportamiento agresivo con tres tipos de factores: 1) los genéticos, pues se transmiten de generación en generación debido a la presencia de ciertos cromosomas; 2) los del sistema nervioso, ya que la raíz de algunas conductas agresivas o de 13 placidez se encuentra en las diferentes capas del cerebro ; y 3) los factores bioquímicos, donde neurotransmisores como la dopamina, la adrenalina, la noradrenalina, la serotonina, 14 la acetilcolina y las hormonas sexuales influyen directamente en las reacciones agresivas . En el mejor de los casos, estas causas pueden manejarse como factores de riesgo pero no como determinantes de una conducta violenta. 13 Expone los resultados que experimentos con animales y con humanos arrojan, en los que dependiendo de la estimulación que reciban o si son manipulados a través de cirugías se producen cambios en la propensión a la agresividad y en algunas otras conductas. En otros experimentos con animales se encontró que dependiendo del tipo de estimulación al hipotálamo el animal acecha (predador), huye o se defiende. También habla del sistema nervioso parasimpático y el simpático, el sistema líbico para controlar emociones y de la pérdida del miedo y la agresividad después de una lesión de la amígdala (Ibid.). 14 Como la testosterona, aunque aclara que en ese tema aún no se tienen resultados concluyentes pues éstos han sido contradictorios (Ibid.). 31
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