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autores mencionados. Al estudiar la cultura detrás de los hechos violentos que suceden en entre compañeros en la escuela, se dará un paso más hacia transparentar su origen y llegar cuestionar su legitimidad. Hay que dimensionar la potencialidad destructiva que albergan ciertos saberes culturales que justifican conductas que dañan a sectores amplios de la sociedad para poder desarraigarlos. Se trata de aumentar la visibilidad social de la violencia entre pares y sus raíces culturales. 1.2 Violencia cultural y género La cultura incide directamente en la violencia social ya que enmarca, nombra, da sentido, legitima, traduce y reproduce la organización social (Lagarde 2010, 65). Si se analizan a fondo los símbolos y categorías que se comparten en la sociedad mexicana y que forman las bases de su cultura, es posible encontrar grandes rastros de la imposición de la supremacía de lo masculino que sirven como cimiento de los diferentes espacios sociales. Siguiendo a Bourdieu (2000, 21) “el orden social funciona como una inmensa máquina simbólica que tiende a ratificar la dominación masculina en la que se apoya”. El autor define ese ordenamiento social como el “orden de lo masculino” y lo plantea como el resultado de un largo proceso de socialización basado en la oposición del hombre y la mujer. En el que a partir de la diferenciación biológica entre los sexos (basada principalmente en la visión androcéntrica de la división de la actividad sexual), se crea la “diferencia social” (que comienza con la división sexual androcéntrica del trabajo y de ahí se proyecta a todo el cosmos) que coloca al hombre y lo masculino en una posición que domina y explota a la mujer (Bourdieu 2000, 24, 37, 45, 67). “La división entre los sexos parece estar en el orden de las cosas, como se dice a veces para referirse a lo que es normal y natural, hasta el punto de ser inevitable: se presenta a un tiempo, en su estado objetivo, 60